La farmacia, más que un establecimiento meramente comercial, es un centro de atención primaria para la salud, bajo control y regulación del Ministerio de Salud de la Nación.
Es un servicio público impropio que, a través del profesional farmacéutico y su personal idóneo, cumple las funciones de expender el medicamento y dar información individualizada al paciente/cliente sobre la conservación, contenido, actividad terapéutica, posología, modalidad y administración de los medicamentos.
La comercialización del medicamento siempre ha sido considerada esencial para cumplir una de las necesidades básicas del Estado: suministrar al paciente el producto necesario para la cura o prevención de sus enfermedades.
En tal sentido los precios de los medicamentos son controlados o regulados por las autoridades.
Uno de los temas de este último período que ha tomado trascendencia fue el del reacomodamiento de precios de los medicamentos.
Si bien es cierto que el reciente acuerdo alcanzado entre la industria farmacéutica y el Ministerio de Economía convalida los precios al 31 de diciembre pasado, más un incremento del 4 por ciento en el mes de marzo (algunos medicamentos podrían subir más que otros siempre que estén dentro del promedio del 4 por ciento), debe tenerse en cuenta que este sector se mantuvo por aproximadamente cinco años con aumentos controlados, que no se ajustaban a la realidad. Los incrementos de precios rondaban el 12 por ciento anual mientras que los salarios, alquileres y demás costos se ubicaban entre el 25 y el 30 por ciento.
Esta distorsión de precios producto del paso de los años no sólo puso a las farmacias al borde del quebranto sino a la cadena de comercialización en pleno, limitando la eficacia del servicio a prestar. Por lo tanto, más que un aumento de precios se ha corregido parcialmente esta distorsión acumulada en este tiempo.
En la actualidad, nos resultaría imposible afrontar el pedido justo de aumento salarial de los trabajadores, además del incremento general de los insumos y costos, sólo con un 12 por ciento de aumento de precios.
Las farmacias son el último eslabón de una cadena comercial que está encabezada por los laboratorios fabricantes o importadores, las droguerías y las distribuidoras. Las farmacias atienden en forma directa al usuario-paciente y, a su vez, mantienen una relación activa con la seguridad social, pues financian el sistema.
No puede desconocerse que contamos con una industria nacional eficiente y responsable, así como con una cadena de comercialización del medicamento que llega en tiempo real y simultáneo a los lugares más alejados del país.
Las farmacias comercializan las especialidades medicinales en toda la Argentina: puede ser en forma directa con el consumidor final o atendiendo a los afiliados de las instituciones de obras sociales y de medicina prepaga. Esta última opción implica entre el 50 y 70 por ciento de las ventas totales de cada farmacia.
Para poder vender a los afiliados al sistema de seguridad social, tanto público como privado, la farmacia debe previamente aceptar, con la firma de un contrato, una quita de un porcentaje sobre el total vendido, que es lo que debemos reducir.
Recuperar la rentabilidad perdida. Este es el desafío que tenemos para este año. Después del reacomodamiento de precios debemos seguir trabajando en la baja de las bonificaciones y descuentos cedidos a la seguridad social, como lo venimos haciendo todos estos años. Un trabajo serio con todos los actores del sector: laboratorios, distribuidoras, droguerías, obras sociales y empresas de medicina prepaga. Una mesa de diálogo profundo donde surja la solución.