Tenemos responsabilidades colectivas por encima de nuestras preferencias personales. Aquel compañero que no entienda esto está socavando las bases del sentido de lo político, que es perseguir el bien común. Aquellos candidatos que declinaron su participación, no renunciaron a una candidatura: renunciaron a la política, poniendo sus preferencias personales por encima de las necesidades colectivas. Lo mismo cabe para aquellos candidatos que, lejos de asumir sus responsabilidades, se dedican a agredir y responsabilizar por sus derrotas electorales a sus propios compañeros. Aquellos compañeros nublados por su ego renuncian, también, al aspecto colectivo de la política.
El voto como piedra fundamental en la que se sustenta un sistema democrático debe interpelar a todo aquel que quiera perseguir el sueño del bien común, que no es otro que la igualdad, la justicia social y la acción soberana de una comunidad política.
Toda acción política está plagada de contradicciones. Muchas veces, estas contradicciones están anidadas en un mismo espacio político. El que detenta acción política sabe que no nada en un océano homogéneo. Aún en su propia comunidad política, la persuasión siempre es la herramienta fundamental que antecede a la acción.
Estamos frente a un punto de inflexión en la política argentina. Cualquier contradicción que presente nuestro espacio y nuestro campo de acción tiene que ser puesta en servicio de la contradicción superior.
Nuestra fuerza política obtuvo un triunfo en las urnas, no el esperado, pero fue un triunfo. Tenemos que poner todo nuestro esfuerzo, todo nuestro compromiso en este último tramo. Tenemos que interpelar a todos nuestros compañeros. No esperemos ser convocados, convoquemos. No hay que preocuparse en proyectar escenarios complejos, hay que ocuparse de nuestra acción. No somos seres cuya vida está predestinada, nuestra acción política es la que nos determina.
Somos los responsables de nuestro destino pero, por sobre todo, tenemos una responsabilidad histórica. En la acción de cada uno de nosotros anida nuestra victoria.