Se viene Julián

Se viene Julián


“Es un PJ cuadradito, típico”, lo describe uno de los hombres que lo frecuenta a diario en los pasillos del Congreso. Julián Domínguez hace un culto de la pertenencia al peronismo orgánico y castiga con la indiferencia a quien se aparte de él. Es bajo esa lógica y dentro de esa estructura partidaria que emprenderá desde marzo próximo una carrera que lo llevará a disputar la gobernación bonaerense. O la de la Nación.

Es que el presidente de la Cámara de Diputados tiene decidido nacionalizar su perfil y poner en marcha en el corto plazo una activa agenda en clave proselitista. Si bien le gustaría ser el mandatario de la mayor provincia argentina, su anhelo también es jugar por la Presidencia, sea con quien sea que tenga que enfrentarse en las PASO.

En unas semanas, Domínguez comenzará a caminar varias localidades de la Provincia e incluso algunas del interior. “Quiere pelear con las primeras líneas y posicionarse, así que desde marzo va a recorrer mucho”, explican a NU desde su entorno.

Mientras veranea en enero disfrutando de las playas de La Lucila, el oriundo de Chacabuco fantasea a lo grande y ya dispuso los resortes que le permite su cargo de titular de la Cámara baja para ayudar a su instalación más allá del área metropolitana. Su desconocimiento le juega en contra y está decidido a revertirlo.

La relación con los Kirchner. Domínguez es consciente de que tiene que contar con el visto bueno de Cristina Kirchner para poder realizar su empresa. Con ella mantiene un diálogo fluido y le marca las cuestiones en las que no está de acuerdo, aunque eso signifique que luego no le atienda el teléfono por un tiempo, aseguran en su entorno.

Una de las ideas que compartió el exministro con la Presidenta fue su proyecto para llevar la Capital Federal del puerto hacia el norte del país (ver nota de tapa). Quién sabe por qué, si es que se vio tentado por la monotonía mediática o directamente sintió que era su momento, Domínguez se adelantó y dio a conocer esa idea ahora y no en marzo, como lo tenía previsto.

Aunque para la coyuntura mediática fue una novedad, el bonaerense viene hace rato pensando la iniciativa. Cerca de él juran que una vez se la comentó a la Presidenta y que ella se mostró favorable. Domínguez avizora una capital argentina ubicada en Santiago del Estero, en el centro del territorio nacional, al estilo Brasilia.

Con Cristina lo desune algo, que es la política agroexportadora. Quienes se imaginan a un Domínguez que liberalizaría al agro y quitaría la regulación que maniata al sector agropecuario, pueden ir pensando de nuevo. El diputado corre por izquierda al Gobierno en este sentido. “Él imagina el regreso de una especie de Junta Nacional de Granos. Su visión es profundamente cooperativista. No está de acuerdo en la política que se tiene con las grandes cerealeras”, explican quienes conocen su filosofía económica.

Otro condicionante en la relación con los Kirchner fue el Partido Justicialista. De hecho, todavía algunos recuerdan cuando en 2003 el flamante presidente Néstor Kirchner le pidió que asumiera en el Ministerio de Defensa, ofrecimiento que Domínguez desechó porque no veía integrado al PJ a ese por entonces exótico dirigente patagónico. Una vez que a su entender sí lo estuvo, se incorporó a los altos rangos.

Por eso fue que aceptó pasar de la vicepresidencia de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires al Ministerio de Agricultura. Corría finales de septiembre de 2009 y aún permanecía el giro a la ortodoxia peronista que había puesto en marcha Kichner en 2008.

“Él permanecerá dentro del kirchnerismo en tanto el kirchnerismo permanezca dentro de la órbita del PJ”, comenta alguien que sabe sus pasos de cerca. Dice que por esa misma razón no tiene diálogo con el diputado y virtual candidato presidencial Sergio Massa. “Los que estén por fuera del PJ o se hayan ido no son posibles aliados para él”, agrega la fuente.

Perfil de un tapado. Domínguez ocupó varios cargos en la administración pública antes de figurar cuarto en la línea de sucesión presidencial. En la década menemista pasó por los ministerios de Salud, de Interior y la Jefatura de Gabinete.

Como Florencio Randazzo (posible rival interno), también fue ministro durante la gobernación de Felipe Solá, ocupando el Ministerio de Obras Públicas. En 2007 dejó un cargo menor en la administración pública nacional para asumir como diputado bonaerense.

También fue intendente de su terruño, Chacabuco, en donde maneja los hilos del peronismo local y cuenta con aparato propio. Tal vez por haber sido jefe comunal aún mantiene un vínculo estrecho con los intendentes Gustavo Bevilacqua (Bahía Blanca) y Pablo Zurro (Pehuajó), además de buena llegada con algunos del conurbano y con históricos del PJ bonaerense, como el expresidente Eduardo Duhalde.

Otro de los pilares de Domínguez es su cercana relación con la Iglesia. Ferviente católico, se emocionó hasta las lágrimas en abril último cuando en su acto de asunción como arzobispo de Buenos Aires, el padre Mario Poli leyó una carta enviada por el papa Francisco. Y no dudó en arrodillarse durante esa misa al aire libre frente a la Catedral Metropolitana, algo que para el ala más ideologizada del kirchnerismo puede resultar poco digerible.

El exministro desde siempre fue un activo católico. De hecho, participó en la década del 80 de la juventud cristiana que ayudó a organizar la Jornada Mundial de la Juventud en Buenos Aires, y que trajo al papa Juan Pablo II de visita. Allí, Domínguez militaba junto a Juan Carr, hoy presidente de Red Solidaria.

“Es socialmente conservador pero estuvo a favor del matrimonio igualitario y está divorciado. Y los cambios que propuso en el Código Civil tuvieron más que ver con la coherencia con la Constitución que con sus creencias”, lo defienden sus laderos.

Los rivales internos. Domínguez sabe que le esperan pesos pesados del peronismo a la hora de que se diriman las primarias, si es que el kirchnerismo define elegir sus candidatos por esa vía. Si las encuestas lo ayudan a nivel nacional (lo bueno de su poco nivel de conocimiento es su casi nulo porcentaje de imagen negativa) buscará la pelea por suceder a Cristina en la Casa Rosada.

Allí, desde el oficialismo, se encontrará con Daniel Scioli y, tal vez, con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Más de lejos pero con igual ambición está Randazzo, y desde La Cámpora algunos dejan trascender la intención de hacer jugar a un hombre propio, del núcleo duro, como el ministro Axel Kicillof, o a uno que consideran propio aunque no sea joven, como el gobernador Sergio Urribarri.

Si su destino es finalmente provincial, el panorama es menos certero. Sus adversarios podrían ser el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro (impulsado por el kirchnerismo más duro), el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, o incluso el senador nacional Aníbal Fernández.

Sea como fuere, Domínguez es optimista con respecto a su futuro político. Mientras tanto, en el presente, es respetado por oficialistas y opositores en la Cámara que preside. Se jacta de ser un hombre de diálogo y en el recinto lo viene demostrando. Sabe que está sembrando una cosecha que quiere levantar en 2015.

Qué se dice del tema...