Era previsible que la polémica iba a estallar en algún momento. El Gobierno anterior eligió el camino de la no represión de las protestas sociales y buscó controlar con mano férrea el accionar cotidiano de las fuerzas de seguridad que revistaban bajo su mando. El actual, en cambio, modificó esas premisas. Ahora, por más cuestionable que sea una acción, se defiende a los efectivos en operaciones, sin discutir la legalidad de sus actos.
El Gobierno peronista, en cambio, exigía a todo agente federal que cumpliera con los protocolos que regían su accionar y, si eso no ocurría, debía pagar las consecuencias.
Cuando Cambiemos llegó al poder, la doctrina cambió radicalmente. En estos días, tras el caso Chocobar (el policía que mató a un delincuente que huía de su pistola) y el tiroteo que se produjo el Microcentro, que culminó milagrosamente con solo tres heridos, la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se enfrentó con su antecesora en el cargo, Cecilia Rodríguez.
“Si el cambio de doctrina en seguridad que plantea el Gobierno significa que los policías se conviertan en sheriffs y salgan a los tiros descontrolados en cualquier circunstancia, eso no es lo que queremos para las y los argentinos”, planteó Rodríguez frente al tema de los asaltantes de una joyería en la calle Libertad, que culminó con tiros, heridos y desbandes masivos de los peatones que pasaban por la zona de Tribunales.
La respuesta del Gobierno partió de los labios de Bullrich, que planteó que la policía, “en un enfrentamiento, aparecía como victimaria y esta doctrina (la que implementó su gobierno) lo que hace es frenarla, sacarla del lugar, porque ningún policía va a enfrentar a un delincuente si sabe que eso es el fin de su carrera y de su familia”.
“Una mirada que tiene nuestro Gobierno es que las fuerzas de seguridad no son, como durante muchos años fueron, las principales culpables a la hora de un enfrentamiento. Estamos cambiando esta doctrina, la doctrina de la culpabilidad hacia el policía, [porque antes] el policía siempre era el culpable”, desafió la ministra.
Rodríguez respondió con dureza: “Es absolutamente falso y malintencionado lo que dice la ministra Bullrich. El modelo de seguridad democrática que implementamos en el kirchnerismo, lejos de culpar a los policías, tenía como una de las ideas centrales el fortalecimiento y la capacitación del personal policial. Porque un policía mejor entrenado, además de ser más respetado y valorado por el Estado, actúa mejor, cumple mejor con las leyes y no sale a disparar sin control”, y desmintió que ese “modelo de seguridad tome a los policías como victimarios”, aunque exigían que los efectivos “siempre deben actuar dentro del marco de la ley y el Código Penal”. Finalmente, la exministra agregó que “no es casual que salga Durán Barba a decir que hicieron encuestas y que la mayoría quiere la pena de muerte”.
Para cerrar, Bullrich planteó que “el principio es invertir la carga de la prueba que se había hecho doctrina, según la cual policía que estaba en un enfrentamiento, policía que iba preso”, para alegar que en los próximos meses “se cambiará el Código Penal y vamos a sacar la figura de legítima defensa para las fuerzas policiales, porque consideramos que solo cabe en ínfimos momentos”.
La polémica está planteada. Los tiempos cambian, pero la democracia no, esa debería ser la premisa.