La iniciativa de intervención y expropiación de Vicentín sin lugar a dudas generó muchos sentimientos tanto en la sociedad como en la dirigencia argentina. Desde el heroísmo de la reivindicación de banderas buenistas y bienintencionadas como la soberanía alimentaria (en un país que produce alimentos para diez veces más que su población), hasta el miedo de la chavización de la economía y la vuelta a un modelo arbitrario y patoteril con sesgos autoritarios.
Desde el anuncio del Presidente Fernández hasta el día de la fecha los debates acerca de la legitimidad y acierto (desde puntos de vista políticos, económicos y estratégicos para el Estado Argentino) han estado a la orden del día. ¿Es legal la medida? ¿Sirve hacer lo que se hizo? ¿Se trata de una avanzada hacia otras empresas o grupos empresarios? Al menos la primer pregunta hoy fue respondida por el Juez Fabián Lorenzini, a cargo del tribunal Civil y Comercial de Reconquista: el “No” fue rotundo.
Muchas casualidades se dan en la historia, una de ellas que en el mismo día que se puso un freno a un atropello institucional, se cumple otro aniversario del paso a la inmortalidad de Juan Bautista Alberdi. Padre de la Constitución Nacional, estudioso de Locke (con quien casualmente compartían su fecha de nacimiento), Montesquieu y la Constitución norteamericana, y un adelantado a su tiempo, nos enseñó que los abusos del Poder van a contramano del desarrollo de una Nación.
Como joven perteneciente a la Generación del 37 bregó siempre por el abandono de los modelos monárquicos y arbitrarios para que florezca una democracia liberal que garanticen derechos. Como periodista, en sus “Cartas quillotanas” con Sarmiento nos habla sobre la importancia de un periodismo libre e independiente. ¡Qué tremendo que en el Siglo XIX se haya advertido esto y que en el Siglo XXI un Presidente mande –erróneamente- a estudiar a una periodista!
Según Alberdi, “la Constitución es, en materia económica, (…) la expresión de una revolución de libertad”. Él siempre hizo defensa de los principios básicos del liberalismo como la vida, la libertad y la propiedad. En el conflicto Vicentín, uno de los derechos que se está atacando es el de la propiedad. Derecho básico que se debe garantizar para que el individuo crezca y que trae aparejados otros beneficios como el desarrollo y la generación de nuevos empleos y riqueza.
No se trata de -como nos quieren hacer creer- “defender a los pobres frente a los ricos” y que quienes nos oponemos a semejante atropello somos unos frívolos desalmados. El relato Robin Hood no es el quid de la cuestión y no es válido. Se trata más bien de ponderar el Estado de Derecho por sobre el Estado del Capricho y hacer que nuestra Argentina sea un país próspero, abierto al mundo, previsible, con reglas de juego claras, y donde se generen nuevas oportunidades para las inversiones. El estatismo bobo no es el camino, si no pregúntenle a nuestros hermanos venezolanos, provenientes de un país increíble en el que el gobierno comenzó por avanzar sobre grandes grupos y hasta terminaron robándoles a los pequeños productores lo poco que todavía resguardaban o poseían.
Hoy las enseñanzas de Alberdi no son del ayer, si no que superaron el signo de los tiempos. La libertad y los derechos constitucionales nunca son algo obvio, si no banderas que se deben enarbolar y causas que se tienen que defender todos los días. Ya que estamos en una época donde nos mandamos a estudiar como forma de ataque, propongo que estudiemos todos a nuestros pensadores del pasado que hoy están más vigentes que nunca.
(*) Por Martín Tomás César, presidente de Jóvenes Pro Argentina y director General de Atención Ciudadana de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.