Este es el primero de una serie de artículos que voy a publicar relacionados con el tema villas de Buenos Aires.
Humildemente, trataremos de echar un poco de luz a un tema del que se habla mucho y se conoce poco. La idea de la “villa” es como un fantasma, a algunos los amedrenta y a otros los desvela. Como todo espectro, sus contornos son imprecisos, los culturales, los geográficos, los poblacionales, los económicos. Por ello, me gustaría ser riguroso con el tratamiento de los datos disponibles.
¿Cuántas son? ¿Cuánta gente vive? ¿De dónde provienen? ¿Cómo viven? ¿Qué problemas tienen? ¿Qué pasa con las viviendas y los servicios? ¿Cuál es la percepción del resto de la sociedad sobre las villas y los villeros? ¿Cómo es la relación con los narcos? Estas y otras preguntas son las que abordaremos en los distintos artículos.
Pero empecemos por el principio, en la Ciudad de Buenos Aires hay 15 villas, 24 asentamientos y 2 núcleos habitacionales transitorios, NHT. Además de dos villas consideradas urbanizadas, el sector Bonorino y el sector Polideportivo de la villa 1-11-14.
La evolución poblacional es la siguiente: en 1980 había 34.000 personas, en 1991 pasó 52.600. Ya en el 2001 habitaban 107.000. Según la EAH de 2010 de la Dirección General de Estadística y Censo del Gobierno de la Ciudad, la población es de un poco más de 163.000. Este dato nos permite advertir que el problema de las villas en la ciudad no ha ido decreciendo, sino que ha se ha ido intensificando. En 30 años, del 80 a esta parte, su población se cuadruplicó. Hoy, los residentes en villas en la ciudad de Buenos Aires representan el 5,7% de su población. ¿Planes vigorosos de vivienda? ¿Planificación habitacional? ¿Profundización de la inequidad? Habrá que explicar el constante incremento de población; pero más urgente es encontrar soluciones al arco de conflictos y problemas que imponen las moles habitacionales de la desigualdad.
Hay villas conocidas, de renombre, la 31 y la 31 bis, la 1-11-14, la 21-24. Son las que acaparan la atención y las que convocan la opinión pública y la opinión publicada. Se suele sostener que las zonas de villas están concentradas en el sur de la Ciudad. Hay algo de cierto. Pero también cabe decir que en siete de las quince comunas es posible encontrar villas o asentamientos precarios. La situación más dramática se concentra en la comuna 8, que proporcionalmente tiene mayor cantidad de gente viviendo en villas, con el 32,9%.
Las tres grandes villas de renombre son núcleos poblacionales de entre 25.000 y 30.000 habitantes: la 21-24 cuenta con 29.782, la 31-31 bis con 26.492 y la 1-11-14 con 25.973. Demasiado numerosos para ser inadvertidos, y, paradójicamente, también para ser incorporados al sistema: la condición de actividad de los jefes de hogar residentes en villas muestra a las claras la vinculación el mercado formal del trabajo, sólo el 6% tiene un trabajo formal. El 37% es trabajador informal, el 26% hace trabajo precario (changas); el resto son desocupados o inactivos.
¿Qué historia se suele contar sobre este mapa de la villa? La historia de un riesgo. Algunos cuentan ese riesgo como una amenaza al resto de la población; otros cuentan el riesgo al que a diario se exponen sus habitantes, el riesgo de la precariedad. Por eso, no alcanza con contar historias; las matemáticas del riesgo no ofrecen garantías ni soluciones ante la vulnerabilidad.