De acuerdo con los datos de la FMI, la economía mundial se desacelera. Considerando las razones de esta situación, las principales instituciones analíticas internacionales destacan tales factores negativos como la inflación, el endeudamiento, “la guerra en Ucrania” y el cambio climático. Al mismo tiempo, pocas personas mencionan aquí las sanciones antirrusas, aunque su impacto en el desarrollo del sistema económico global no se puede poner en duda. Las restricciones impuestas por los EE.UU. y sus aliados ya han provocado la desintegración de la economía mundial, su división en “bloques” separados. En el futuro, el proceso solo se intensificará, acompañado por nuevas restricciones sobre el movimiento transfronterizo del capital, fuerza laboral y transacciones internacionales.
El sector energético mundial se encuentra en la zona de incertidumbre. Rusia es el mayor productor y exportador del petróleo y gas. Las sanciones occidentales que imponen la prohibición a la compra de la energía rusa y represalias contra las empresas que realizan la transportación de la misma, crean una escasez artificial, provocando la volatilidad de los precios. Además, la UE, viéndose obligada a reemplazar las importaciones de Rusia, busca vías para reformatear las cadenas de suministro globales a su favor, de hecho, despojando, al ofrecer precios más generosos, a los importadores de otras regiones. Así, la importación del gas natural licuado a Europa en los diez meses de 2022 creció un 64% en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Sufre también la esfera agropecuaria. Los altos precios de energía han impulsado la suba de las tarifas de transportación. Los precios de los fertilizantes se han triplicado desde el 2020 debido a la volatilidad del costo del gas natural (que representa hasta 80% del costo de producción de fertilizantes). Expertos de la FAO evalúan que el gasto mundial en importación de los alimentos ascendió a los 2 billones de dólares a finales de 2022, un 10% superior a la cifra récord de 2021. Se está agudizando el problema del hambre. La OMC y la FAO vaticinan que para el 2030 unos 670 millones de personas en el mundo sufrirán de la escasez de alimentos. Mientras tanto Occidente, culpando a Rusia de la crisis alimentaria, silencia el hecho de que los principales beneficiarios de la suba de los precios de alimentos y la desestabilización de sus suministros son las grandes corporaciones agrícolas occidentales, entre ellos Archer Daniels Midland, Bunge y Cargill, que van aumentando los volúmenes de venta en decenas de por ciento y logrando ganancias récord.
La situación de los países en desarrollo está empeorando con el fortalecimiento del dólar, lo que obliga a algunos de ellos a elegir entre la compra de hidrocarburos y el pago de la deuda. Durante décadas, se creía que el dólar y más tarde el euro eran “puerto seguro” para proteger los ahorros de los riesgos. Pero la “congelación”, o más bien el robo, de la parte importante de las reservas internacionales de Rusia impulsa a muchos países a reevaluar el papel de estas monedas.
Como resultado, hoy en día varios Estados están volviendo a almacenar sus ahorros en barras de oro. Según los datos del FMI, en 2022 se compró el monto récord de oro desde el 1967 (durante el año, los bancos centrales del mundo adquirieron 1136 toneladas de oro). El comprador más grande fue Turquía, cuya reserva de oro creció en 148 toneladas, ascendiendo a 542 toneladas. A sus propias reservas de oro están aumentando China, Egipto, India y Qatar. En abril de 2022, el Banco de Israel publicó una nueva estrategia de gestión de reservas que preveía la reducción de la proporción de dólar y euro en el monto general. Además, se ha intensificado la discusión internacional sobre la creación de monedas de reserva alternativas, incluso en la plataforma BRICS. Está creciendo la participación de las divisas nacionales en las transacciones internacionales. Se nota claramente el debilitamiento de la posición de la divisa de la UE y de su proporción en el sistema SWIFT, que redujo del 38% al 34% desde el febrero pasado.
En 2022, se vendieron activamente los bonos del Tesoro de los EE.UU. En el periodo entre el 28 de febrero y el 31 de diciembre de 2022, el volumen total de las inversiones extranjeras en estos valores estadounidenses disminuyó en 400 mil millones de dólares. No fue sin la participación de China, que redujo sus inversiones en 15,7% o sea en 161 mil millones de dólares.
El desordenamiento desatado por las sanciones eventualmente facturará incluso a sus propios iniciadores. La situación más triste está atravesando hoy Gran Bretaña, país en la vanguardia de los esfuerzos antirrusos. Se prevé que su PIB contraiga en 0,6% en el curso del próximo año. El acceso restringido a recursos de crédito y alto nivel de inflación llevarán a más quiebras empresariales y desempleo (hasta 5% a finales de este año). A su vez, Alemania se está enfrentando con declive en las esferas química, metalúrgica y manufacturera, cayendo en recesión con el pronóstico del crecimiento económico de solo 0,1% en 2024. Un proverbio salta en la memoria, no caves un foso para otro, podrías caer tú mismo en él.
Mientras tanto, las dramáticas predicciones sobre la economía rusa no se cumplieron. El tipo de cambio de la moneda nacional se mantiene estable. El sistema bancario y financiero ruso funciona de manera sostenible. Los niveles de inflación y desempleo muestran una tendencia a la baja. La deuda externa de Rusia disminuyó en 2022 un 20,8% a 381,8 mil millones de dólares. El programa de sustitución de importaciones está ganando ritmo con el crecimiento de los suministros de los países amigos. Se quedan problemas aún, pero el 2023 promete ser un año de desarrollo para nuestro país.
En general, los acontecimientos actuales en la economía mundial demuestran que la humanidad no se ha alejado mucho de los tiempos coloniales. Como en aquel entonces, la minoría “privilegiada”, o el “mil millones de oro” busca imponer su voluntad al resto de los estados, limitando su libertad de elegir lo necesario para su propio desarrollo. Esta situación no augura nada bueno a nadie, incluso a los EE.UU. y sus aliados, la buena relación con los cuales es percibida ahora por la mayoría mundial como un factor que no favorezca sino impida el desarrollo.